Escribe Saúl Posada / 22.Febrero.2019.
Juan Domingo Perón, cuya gravitación social y política comienza a tener plena vigencia en la década del 40, sigue - a 44 años de su fallecimiento - concitando en la historia Argentina, un papel decisivo que nadie podrá negar.
Al margen de simpatías u objeciones, que pueda tener en el Uruguay, su controvertida figura, trasciende las fronteras de la vecina nación, para constituirse en un inevitable punto de referencia, cuando se analiza el proceso latinoamericano, hoy convulsionado por los hechos de notoriedad.
Ha de admitirse, que las decisiones innovadoras del célebre caudillo, en una sociedad extremadamente conservadora, capitalizaron el apoyo masivo dentro de los circuitos más humildes, donde el relevante papel de su esposa Eva Duarte y su alianza con los sindicatos, tuvieron una incidencia fundamental.
El 4 de junio de 1946 asume la Presidencia, obteniendo mayoría en el Congreso, circunstancia que le permite introducir importantes enmiendas a la legislación imperante, lo que le posibilita ensanchar su prestigio y obtener influencia en el contexto continental, ante la adhesión de los sectores obreros.
Para nadie es novedad, el alcance de las conquistas logradas dentro del marco laboral, derechos que nuestro país había alcanzado en la década del 20. Y por razones deducibles, los procedimientos para procurar esos logros, fueron fuertemente cuestionados por la oposición, que calificaron a Perón de protagonizar una conducta autoritaria y altamente demagógica.
En ese escenario, en el cual se mezclaron los problemas internacionales, derivados de la Segunda Guerra Mundial y la denominada "Guerra Fría", el Justicialismo reitera su victoria en 1952, mandato que se ve interrumpido por el golpe militar del 16 de setiembre de 1955.
Esta ruptura institucional obliga a Perón a pedir asilo al gobierno español de Franco, nación que le confiere protección durante 18 años.
Hasta su retorno, oportunidad en que es electo para un tercer período en setiembre de 1973, Argentina sufre un clima de enorme confrontación, pues los conflictos de Perón con la Iglesia y las "oligarquías financieras", como él las calificaba, seguían sin cicatrizarse.
A esta altura ha de recordarse que en su segundo mandato, el Justicialismo no tuvo buenas relaciones con influyentes centros de poder, lo que facilitó su derrocamiento, agravado con la muerte de "Evita", que ingresó a la galería de los "mitos".
Los graves problemas económicos y sociales, contribuyeron para que Perón retornase como un héroe, pero fallece el 1º/07/1974, siendo sustituido por su segunda esposa María Estela Martínez, cuya incompetencia y el auge de la subversión, desataron la dictadura el 24/03/1976, con su horrenda secuela de crímenes y secuestros.
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