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viernes, 6 de abril de 2018

¡Los Gauchos de Batoví otra vez Campeones del Prado!

...y pasó nomás, el año anterior en una charla con Robert Méndez le dije "paren de ganar premios, que este pobre gaucho se quedó sin ideas, sin palabras y sin tinta para escribir de las hazañas de sus caborteros", y la verdad, qué puedo decir en esta página, que ya no lo haya hecho en años anteriores.

Quique Sosa Cestau.

Cuando un sueño se hace realidad durante seis años consecutivos deja de ser sueño para convertirse en historia, luego esa historia el pueblo la convierte en leyenda, se apodera de sus personajes y la multiplica en cada reunión de amigos, en las ruedas de fogón o en los campos de jineteadas.

Como un día el Merciful, el tordillo de Rómulo López otrora capataz del Prado, el Morito del Pato Fernández, el Pangaré de Herrera o el Cuervo de los Hermanos Correa, la caballada de los Gauchos de Batoví tiene asegurado un sitial de privilegio en la historia de la Rural de Prado con éxitos que hasta ahora nadie ha podido siquiera igualar, 6 campeonatos consecutivos en 8 presentaciones.

Han sido cuatro décadas de siembra, hoy disfrutan de su buena cosecha, más de 40 años de selección de sangres en su propia manada, iniciadas con aquellas primeras 8 yeguas que dieron origen a la tropilla con las que Gustavo, Daniel y Danilo han ido recorriendo todos los ruedos del país a lo largo y a lo ancho, incorporando a veces potros que vienen de afuera, probando, descartando y asegurando aquellos que se muestran superiores para lograr una verdadera selección de reservados, persiguiendo un sueño, llegar un día a la Rural del Prado y obtener el premio mayor.

Una tarea que se realiza en forma paralela a las actividades productivas de sus propietarios. Los Ferreira y los Méndez, una pasión familiar que une a grandes y chicos sin distinción de sexo, un montón de amigos a quienes les gusta llamar "La Familia Grande de los Gauchos de Batoví", que ve la recompensa del esfuerzo del trabajo cuando llegan los premios, el aplauso del público o el saludo de tanto anónimos que solo se arriman a mirar, a conocer a los campeones, y los campeones son los pingos, los caborteros, los reservados, aquellos indómitos que han tenido la suerte de vivir al resguardo de la Tropilla, en los mejores campos, con todos los cuidados y el ojo avizor de sus propietarios que ven en ellos su reliquia, a veces hasta sacrificando kilos de engorde de algún novillo para dejar los mejores piquetes a los "mimosos".

Es de destacar y así lo hizo saber el equipo veterinario oficial de la Rural el estado de la caballada en general, con una presentación como hacía años no se veía, lo que demuestra la dedicación y cuidados que cada tropillero brinda a sus reservados.

La potrada de Los Gauchos llegó a esta 93ª Edición del Prado con muy pocas montas, apenas alguna criolla o festival para probar a alguno y sacarse dudas, o para foguear a otros en el espectáculo, por allí andan: la Tuna, la Mesa, el Trampolín, el Gateado Malo, La Oscura, La Mora de Federico, el Mareco Viejo, La Garcha, el Satanás, El Chingolito, La Canaria, La Tostada Fina y el Mareco Rosillo.

Cada pingo cumplió con su labor, brindar el mejor espectáculo bellaqueando de manera legal, corcoveando todo el tiempo de monta, dando poco trabajo en la suelta del palenque, volteando o luciendo al jinete para que el jurado lo premiase con una vuelta de honor.



Este año al igual que el anterior la Tropilla de Los Gauchos entró el miércoles para cerrar la fiesta, con puntaje visto, sabedores que había que vencer los 114 puntos de La Balanza, la tropilla que se iba en primer lugar de la primera rueda, confiados en el estado de su potrada pero sabedores que había cartas altas en las tropillas contrarias. El miércoles apenas sonó la bronceada y soltaron los atadores en el basto abierto, La Mora, La Tuna y La Oscura, dieron vuelta de honor, presagio de un vendaval de puntos y un comienza de tarea inmejorable, cerrando la jornada con 5 montas y 23 puntos y medios.

El día jueves entraron con 10 potros en la rueda Nacional en pelo acumulando 45 puntos y medio, otra vez La Mora del Fefe se destacó con vuelta de honor. El viernes, como hace un par de años no se realizaron montas y las tropillas volvieron al ruedo el sábado. Allí tocó echar 5 potros en el pelo Internacional, La Garcha y La Canaria obtuvieron vuelta de honor, la tropilla sumó 22 puntos y medio, y la cosecha venía en promedio alta y parejita.

Una vez más llegaba el premio al esfuerzo, a la dedicación, otra vez el sueño se hacía realidad, con la alegría de saber que la caballada toda anduvo parejita. Sin dudas este año fue la consagración de La Mora, que fue quien acumuló más puntos de la tropilla con 17 y medio, una yegua que siempre pagó porque o volteaba o daba vuelta de honor, una yegua que ha madurado en los campos de jineteada,el orgullo de Federico, el tropillero más chico, su propietario que le tiene una fe ciega, con quien ya perdí una apuesta por su yegua hace 2 años en Patria Gaucha.

Y todo tiene un por qué, hoy La Mora y el Fefe son un símbolo en su tropilla, el bagual más destacado y el tropillero más chico, juntos son una yunta de temer.

La yegua, mansa de abajo al momento de subirla te asegura que cobrás, o te entierra de cabeza o te lleva a la vuelta de honor, es todo bravura y potencia, representa fielmente a su indómita raza, nació para potra y no se doblega ante el talero, el poncho o las espuelas.

Federico es el tropillero más chico, con sus 13 años estudia, juega al fútbol, colabora con las tareas de campo y si sobra un rato le sale a un verso o un relato. Siempre alegre, ahora pegó el estirón y está largo y finito, atento y educado, se da el tiempo para todo, se entrevera como grande entre los grandes y juega como chico con los más chicos, servicial, disfruta de cuidar y pasear a las primas más chicas de la mano, o salir a buscar hormigueros con la abuela. Él es el reflejo de sus mayores, de una forma de crianza que pondera el esfuerzo y la humildad.

Quizás no sea consciente del éxito que le toca vivir, de la historia que está escribiendo con sus mayores en el principal Ruedo del país, la tropilla de Los Gauchos de Batoví ya hizo historia, pero es presente y futuro.

En cada campo de jineteada cuando el golpe del badajo de la orden de suelta, en el vibrar de un palenque con la soga tensa porque cincha un reservado, en las ruedas de mates a la hora del descanso luego de una dura jornada, siempre habrá un paisano que haya visto o quiera ver uno de los potros de Los Gauchos de Batoví y ese es el mayor premio, porque como siempre decimos, la plata se gasta y las "latas" quedan encerradas entre cuatro paredes, pero el recuerdo, la vivencia, el cariño del público por los reservados se perpetúa en el tiempo, es la mejor cosecha de los que un día hicieron una buena siembra.

Una vez más se hizo realidad el sueño de aquellos que un día salieron de un pago humilde, al pie del Cerro de Batoví a conquistar las Capital de las jineteadas y lo lograron.

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