Escribe Saúl Posada / 08.Marzo.2019.
Este fenómeno con sus múltiples y perversas modalidades, le está planteando a las sociedades del presente siglo un cúmulo de problemas, que excepcionalmente acontecían en épocas pasadas.
Y como se sabe, por el papel que cumplen los medios de comunicación, este flagelo azota a todas las comunidades del planeta con repulsivos métodos que siembran miedo, estupor e impotencia.
Asiduamente tomamos conocimiento, de lo que pasa en los tiempos que corren, en cuyos espacios la crónica roja pone al desnudo delitos repudiables, en los que se supone, juegan un rol preponderante perturbaciones síquicas del agresor, al extremo que no vacila en quitarle la vida a sus semejantes.
En este escenario de terror, resulta deplorable como en nuestro pequeño territorio, numerosos conflictos sentimentales, culminan con la mujer asesinada por su esposo o compañero, para luego suicidarse, sin olvidar que en muchos casos, el crimen incluye a víctimas inocentes, como lo son hijos.
Estos patológicos desórdenes de conductas, que llegan a destruir a la familia, ha motivado la legítima reacción de la sociedad, particularmente del sector femenino. Y si bien es cierto, los mecanismos defensivos, se encuentran con ostensibles obstáculos para superarlos -por desarrollarse con un marco de intimidad- la tarea de prevención debe seguir profundizándose.
Los frecuentes "ajustes de cuentas", con que suele denominarse otra categoría de crímenes, comporta un tema extremadamente complejo para las autoridades. Y ello, porque en este espacio delictivo -en el que prevalece la venganza, o la disputa de zonas de influencia en la comercialización de drogas o armas- impera el culto al silencio, que dificulta la indagatoria policial.
Obsérvese que la violencia física o verbal, se manifiesta desde hace un tiempo en los espectáculos deportivos, con las derivaciones en materia de daños y perjuicios, que terminan solventando las propias víctimas. Y el abuso de poder, que brinda el comportamiento colectivo de los inadaptados, demuestra como el vandalismo ha llegado a un extremo, donde el respeto y la sensatez no tienen cabida.
La reciente tragedia acaecida en Orlando (EE.UU), en la que un individuo termina con la vida de 49 personas, sin motivos de ninguna clase, revela la magnitud de los trastornos mentales a la que puede llegar el ser humano. Y ha de recordarse que este crimen masivo en la que la locura rebasa todos los límites del razonamiento, exterioriza una actitud criminal que cuenta con antecedentes.
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