Sigue siendo una incógnita.

Escribe Saúl Posada / 29.Marzo.2019.

Concuerdan la mayoría de los escritores, que Rudolf Hess fue uno de los hombres de mayor jerarquía durante el régimen nazi, constituyendo su conducta en ese marco, una interrogante que legitime una sensata respuesta.

Como se recordará en mayo de 1941 -Hess una figura considerada altamente competente- decidió emprender un vuelo a Inglaterra, con la finalidad de lograr la paz con con esa nación, ante el confuso clima que vivía Europa.

Ha de recordarse, que esa delicada decisión, la adopta sin el conocimiento de Hitler, lo que desata su violenta reacción, por los eventuales consecuentes que el hecho podía causar en la órbita de los aliados que tenía Alemania.

Y no obstante su voluntad de evitar combatir simultáneamente en dos frentes, no podía admitir que a sus espaldas, se tomaron resoluciones sin su consentimiento.

Ha existido una corriente de opinión que sostiene que Hess obró impulsado por beneficiar al líder alemán, en momentos que su nombre se desacreditaba en los altos círculos del nazismo. Y confiaba, que si su misión lograba sus propósitos, recuperaría el prestigio que venía perdiendo ante las acciones de Goering que lo detestaba.

En esta controversia, en la que se disputaba la supremacía del poder dentro del Partido, los partidarios de Hess sostenían que su actitud reflejaba un acto de lealtad con Hitler, en virtud de que la paz con los británicos, permitía la contienda con Rusia, cuyo potencial bélico estaba creciendo.

En la visión opuesta, los adversarios del audaz piloto lo consideraban un traidor, ya que había elaborado la maniobra, sin haber realizado las consultas de rigor.

La complejidad del tema, obligó al dictador de Alemania, a denunciar que Hess estaba mentalmente mal, por lo que su actitud, ingresaba al campo de la locura. Como lo enseña la Historia, las partes trataron de no profundizar sobre el tema, por lo que Hess pasó a ser un prisionero de guerra, sin ninguna posibilidad de ser liberado.

En el tramo final, recordemos que los Aliados cuando culmina la contienda mundial lo condenan a sufrir cadena perpetua, con la discordia de Rusia, que pretendía aplicarle la pena de muerte.