La tenencia de armas.

Escribe Saúl Posada / 15.Junio.2018.

El tema de la inseguridad ciudadana, si bien reviste honda preocupación en el seno de la opinión pública, no ha de olvidarse que se trata de un problema que golpea a todas las comunidades del planeta, como consecuencia de una multitud de factores extremadamente complejos.

Y es natural que por la magnitud de su violencia, la tenencia de armas por parte de civiles, se transforma en un delicado problema para el Gobierno, ya que la gente invocando razones de legítima defensa reivindica su posesión.

Como viene de verse, las autoridades se encuentran frente a un impactante dilema, en virtud de que los opuestos criterios sobre el porte de esos instrumentos, cuentan con una atendible argumentación, que en rigor confiere a ambos una paradojal legitimidad.

En efecto, se dirá que es tremendamente peligroso tener una población civil armada, por el lógico riesgo que las desavenencias de cualquier naturaleza, concluyan con resultados fatales, mientras que en la réplica se aduce, que el verdadero peligro consiste en que la delincuencia sepa, que podrá operar ilícitamente con la ventaja de que sus víctimas están desarmadas.

Ha de señalarse, que según informe elaborado por un centro de estudios suizo, Uruguay ocupa el noveno lugar a nivel mundial, en la tenencia de armas por parte de civiles. Y del mismo se desprende que el 32 por ciento de nuestra población está armada, tendencia que apunta a un crecimiento, como consecuencia del clima de temor, que infunde inevitablemente la crónica roja.

Desdichadamente los operativos que concretan los transgresores de la ley -con la influencia nefasta de las drogas, cuyo tráfico se ensancha en todas las latitudes- inciden en el grado de violencia, desatando la lógica reacción de la gente.

En este marco preocupa la participación de menores -especialmente en rapiñas y copamientos- como asimismo el incremento de su profesionalidad en el campo del delito, en la que delincuentes mayores cumplen la ingrata tarea.

Recuérdese que en el objetivo de lograr sus propósitos, el agresor no vacila en quitarle la vida a las víctimas, con el agregado de que el hurto planificado, se verifica en la ciudad, en su periferia, en el medio rural ó en el sitio que la ganancia ilícita aconseje.

Y si visualizamos, que 1:100.000 armas se encuentran en la órbita particular conforme a los citados estudios, se comprenden la dimensión de este espinoso problema.

Como no escapará al intelecto del lector, Estados Unidos encabeza el ranking en el dominio de las armas, una industria que suministra formidables ganancias a las respectivas empresas, y cuya gravitación en el sistema político, está corroborada por la Historia.